Querida hija:
Vuelvo a escribirte. Espero no molestarte con mi insistencia en estas cartas que en realidad guardo en un cajón por el momento, hasta algún día en que tal vez el coraje se adueñe de mí y pueda hacer algo con ellas.
Te escribo porque desde que recuperé tu recuerdo, necesito contarte las cosas de cada día, ya que ahora el tiempo se mide de acuerdo a tu ausencia.
Es esta una etapa en la que todo lo que siempre hice en la vida, me refiero a las cosas cotidianas, están adquiriendo un sentido nuevo, y eso tiene mucho que ver con tu persona. Con el haber recobrado la conciencia de que en algún lado estás aunque no sea acá conmigo.
Por ejemplo, yo antes no le encontraba demasiado sentido a internet, ni siquiera navegaba; a lo sumo una mirada que echaba cada tanto a los mails, cuando me acordaba; ahora en cambio me pasan las horas poniendo: hijos buscan madre biológica, búsqueda de orígenes, busco madre perdida y un montón de frases por el estilo que se me van ocurriendo en el momento.
Es que siento la necesidad imperiosa hija, no digo de buscarte, porque a tanto no me atrevo, pero sí de estar en contacto de alguna manera con esta historia que por algún lado nos une. Y noto, que desde ese momento, hace poco más de un mes, en que no sé cómo, desperté de mi amnesia, empiezo poco a poco a desarrollar una vida paralela en mi interior que te incluye de manera exclusiva, de la que nadie a mi alrededor sabe.
Por el momento, se trata de un asunto muy mío, muy personal, que solamente canalizo en los hechos a través de estas búsquedas en internet que además me han posibilitado conocer toda otra serie de personas que se encuentran en situaciones similares a la mía, o mejor dicho a la tuya. Porque he visto que hay una enorme cantidad de hijos e hijas entregados en adopciones ilegales, como en tu caso, que tratan de encontrar sus orígenes, y sobre todo hija, algo de lo que no tenía yo la menor idea, quieren saber qué ha sido de esa mujer que los trajo al mundo, añoran conocerla, aún cuando muchos son ya grandes y ha pasado mucho tiempo de esas historias. Es toda una novedad para mí, y algo que no termino de entender bien…
Como te decía, sacando estas incursiones en las que por el momento tampoco me comunico, sino que solamente observo, este es un tema del que no hablo con nadie.
Hace unos días, Laura, mi hija mayor, me cargaba: “ Otra vez en la compu mami, a ver si te volvés ciber adicta” y cosas así; es siempre muy chispita y alegre ella.
Entre la charla y sus chistes, me insistió para que me arme una carpeta en Facebook
“así chateás” me decía. Por supuesto que yo no entendía nada al principio de qué me hablaba ni para qué se usaba, hasta que me explicó y armó uno. ” Se dice cuenta mamá, no carpeta, de dónde sacaste carpeta?”
Y ahí, mientras estábamos sentadas las dos frente a la computadora, me dí cuenta de repente de que ella no es mi hija mayor, que Laura es mi segunda hija, y que lleva el nombre que yo hubiera deseado que tengas y que no sé si te pusieron…
Descubrí que hay un grupo en este Facebook hija. Uno en el que se congregan familiares que buscan hijos e hijas entregados en adopción. La mayoría son hijos, algunos hermanos, o primos.
Me imaginé, mientras leía sus historias, qué pasaría si algún día tus hermanas se enteran.¿ Te buscarían ellas? ¿Querrían saber qué fue de vos, cómo todos esos que aparecen ahí? ¿me animaría yo alguna vez a contarles?
Y encontré allí también comentarios de otras madres, que como yo, han perdido el rastro de los hijos que han dado. Resultó tan extraño, porque hasta ese instante jamás se me había ocurrido pensar que existen otras mujeres en mi misma circunstancia.
Es que hay tantas cosas que a mí jamás se me hubiera ocurrido pensar…
El caso es que yo creía que era la única mujer en este mundo que había tomado una decisión como la que tomé…y no…ahora sé que hay al menos una madre más en este mundo que ha atravesado por las mismas circunstancias que yo.
Lo sé porque leí en ese grupo los llamados que ella le hace a su hija, y si bien hay diferencias de países y de edades, sus sentimientos …y esa afirmación sostenida a rajatabla de que ella tiene presente a su hija cada día de su vida… exactamente lo que me está pasando a mí, desde que tuve esa imagen reflejo tuya de la que te hablé en mi primera carta.
Por lo demás hija, estoy intentando ubicarme a favor de mí misma; no me serviría tirarme abajo. Entonces, en mis momentos de autoreproche, me digo que mi amnesia y mi aparente falta de recuerdos a lo largo de tantos años, no es sino uno de los modos en que se ha manifestado en mí el dolor de tu pérdida.
Y que a partir de ahora, podré hacer otras cosas con esta historia que nos une.
Es más, me urge hacer algo aunque no sepa bien qué. Más allá de cuánto me cuesta atreverme; temo tantas cosas…
Prometo pensarlo mucho querida hija.
Hasta aquí llega hoy mi pensamiento y mi corazón.
Te dejo todos mis cariños juntos
Hispana, tu madre.
miércoles, 17 de marzo de 2010
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