miércoles, 9 de junio de 2010

El después de la marcha del 8-6

¿Qué nos queda en este después de la marcha de ayer?
Probablemente una sensación ambigua.
Claro está, la alegría de saber que este tema de la búsqueda de identidad que es el nuestro, y la necesidad de aval y legislación de parte del estado, comience a circular más allá de nosotr@s, los propios interesados, y encuentre eco en la sociedad toda.
A la vez, este primer movimiento más masivo que se intentó generar, puso en evidencia ciertos puntos débiles que deberíamos afrontar:
Que las agrupaciones que desde hace algunos años iniciaron su trabajo en la lucha por la verdadera identidad de origen, vienen trabajando en forma disgregada, a partir de desacuerdos que fueron generando diferentes divisiones.
Prueba de ello resulta la escasa convocatoria de la marcha de ayer, aspecto que puede tener que ver en parte con un estadío de toma de conciencia social que se encuentra en sus inicios, pero es probable que haya influido también la modalidad poco abierta de la convocatoria ( hasta último momento no se sabía qué se iba a presentar ni hacer durante la marcha) que haya hecho que quienes buscan su identidad de origen no se hayan sentido suficientemente informados y representados por las organizaciones convocantes.
Y me refiero sobre todo a lo que ha sido la organización y desarrollo de la marcha en Buenos Aires, que como señalé en anterior nota, tuvo la característica distintiva de llevarse a cabo en horario distinto que las del resto de las provincias en que se realizó también.
A partir de lo sucedido surge la pregunta entiendo que necesaria de parte de las instituciones convocantes: la de si resultan en la actualidad adecuada y suficientemente representativas del colectivo social de los que buscan su identidad.
Ya que sería importante evitar esos males institucionales que vuelven inoperantes muchas veces a las organizaciones de grupo: el aislamiento y ruptura de los vasos comunicantes con el colectivo humano concreto que representan, y el inminente riesgo que eso significa de pérdida del motivo convocante inicial, como así también esos pequeños narcisismos de grupo que suelen armarse, donde cada quien piensa que es el que representa mejor, y donde circula ese humano impulso de apoderamiento de los logros que tan nocivo resulta a la hora de que los objetivos sean grupales y verdaderamente representativos .
Todos estos aspectos llevan a pensar que el después de la marcha requiere de una reflexión de parte de tod@s nosotr@s. Desde nuestro lugar personal frente al tema, pero principalmente y sobre todo, desde las instituciones que han asumido algún propósito de representación de nuestra problemática.
Ya que si hay algo a lo que parece estar convocándonos esta post-marcha es a un mayor diálogo en las diferencias, para representar con mayor fuerza la necesidad que llevó a congregarse allá en su inicio.

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