Eso es lo que me pregunto sin que mi cabeza pueda parar estos últimos días.
Despuès de un largo tiempo sin escribir en este blog, sin haber tenido siquiera la delicadeza de anunciar que me retiraba temporariamente, me veo hoy nuevamente impelida a comunicarme. Otra vez, haciéndolo desde las vísceras, como todas y cada una de las ocasiones en las que escribì aquí, en las que una especie de viento feroz me empujaba a hacerlo y no me dejaba tranquila hasta haber apretado el botoncito que dice publicar.
Allà por abril de este año, cuando dejè de escribir, la vida con sus vicisitudes me había absorbido, y hasta hubo momentos en los que lleguè a pensar , sin detenerme demasiado en el pensamiento, que por ahì ya estaba bien para mi búsqueda, que en una de esas tanto buscar me había servido para sanar por dentro esta pèrdida de mis lazos de origen, y que tal vez, ya no era tan importante encontrar en sì, como el hecho mismo de haber transitado el camino.
Supongo que es por eso que dejè de escribr aquí, pero, bueno es decirlo, pido disculpas por no haber avisado nada y dejarlo asì, colgado…
Digamos entonces que en los últimos tiempos mi” búsqueda” se limitò a entrar cada tanto en facebook a ver si había algún mensaje para mì. Siempre desde esa expectativa interna que conozco tan bien y que solo la experimento respecto de lo que es esta búsqueda: algo que se siente como altamente improbable, prácticamente un milagro ( y tendría un@ encima que creer que pueden suceder!).
Asì fue que aproximadamente un mes atrás, apareció una chica que buscaba a su hermana por la ciudad de La Plata, lugar en el que fui entregada. Tuvimos algunos pocos contactos en los cuales ella me fue contando la difìcil historia de vida de su madre, hasta que ràpidamente nos dimos cuenta de que no era probable el parentesco, ya que la madre, en la nebulosa (de los siempre y para todas) traumáticos recuerdos de la pèrdida de su hija, pudo reconocer que el mes del nacimiento hacìa frìo, quizá en abril, aunque no lo podía precisar.
Digamos que ese breve tiempo de conversación con esta posible hermana que luego no fue, me dejo pensando mucho en lo doloroso de esta historias para las mujeres que de una u otra manera perdieron a sus hijos. Ya sea que fueran entregas màs o menos forzadas concreta o emocionalmente, en todos los casos la consecuencia es una herida de por vida para ellas, imposible de cerrar.
Y ahora…¡ahora! Màs concretamente esta última semana, se cruza en mi vida una mujer. Una madre que busca a su hija a quien tuvo en su adolescencia ,y que, según su relato, le fue poco menos que arrancada de sus brazos para ser entregada al circuito del tràfico de bebès.
Esta mujer, esta madre que porta en su carne esa herida imposible de cerrar, cree ver en mì a su hija.
Ha recorrido el sitio de hijos biológicos que buscan su identidad y encontró en èl mi historia con una foto en la que aparezco, encontrando allì una coincidencia de fecha y de zona, junto con cierto parecido físico.
¿Què decir?
Es un momento vibrante. Porque sería apresurado y poco cauteloso de parte de ambas afirmar que somos madre e hija. Hace falta recorrer ciertos pasos que no podría precisar bien cuales son previamente. Entre ellos un examen de adn.
Pero en lo que necesito concentrarme es en el fenómeno que observo que nos està ocurriendo a ambas desde que nos sacudió la noticia. Digo asì, porque la sensación es la de una especie de terremoto emocional y en mi caso, ademàs identitario. Desde el martes que me enterè, dos días han pasado, y la tierra ¡no deja de moverse debajo de mis pies!
Creo que voy a tener que permitir que esto suceda, aùn a riesgo de saber que existe la posibilidad de que ella no sea mi madre y yo no sea su hija.
Habrá que dejar que esto pase, sencillamente porque es inevitable. No se puede frenar con facilidad la enorme ilusión y expectativa que se genera de resolver al fin el tremendo enigma que atraviesa la vida de cada una de nosotras en su mismísimo centro.
Al fin y al cabo, si nuestras conversaciones nos muestran que los datos no coinciden, o si avanzamos màs y el examen de adn diera negativo, yo siento que, de todas maneras, ambas habremos ganado. Màs allà de cierta desilusión, también inevitable.
Me refiero a que habremos vivido una experiencia que, al menos en mi caso, nunca antes habíamos atravesado: la de llegar hasta las puertas del reencuentro y poder sentir sus emociones ;no es poco. Y lo màs importante, habremos entablado u n vìnculo humano, que siendo como somos ambas partìcipes de un mismo entramado de búsqueda, aùn cuando no se cumpla esa máxima expectativa de haber encontrado una a su madre, la otra a su hija, habremos seguramente hallado una interlocutora màs con quien compartir historia, experiencias, sentires, por eso digo: ¡no es poco!
Ayer a la mañana hablamos por primera vez por teléfono. A pocos minutos de comenzar a hacerlo, se cortò la luz en casa y la comunicación quedò interumpida. Interferencias dijo después ella,la falta de luz y los obstáculos que rigen nuestras historias no puedo dejar de pensar yo.
Cuando nos volvimos a comunicar, quedamos en vernos este viernes por la tarde en un bar. Para conocernos, llevar fotos, datos, partes del rompecabezas a ver si es que encajan o no las piezas. Y a partir de allì decidir juntas como sigue la historia.
La expectativa es grande, pero anoche pude dormir bien. No asì el martes, estaba demasiado convulsionada. Veremos que pasa. Por supuesto que los tendrè al tanto, porque es importante que compartamos estas historias de búsqueda en sus distintos momentos. Nos ayuda a todos a ser.
¡Muchas gracias!
jueves, 7 de julio de 2011
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