Ayer hice algo que tal vez sea fruto de la desesperación. O de la locura; no sé. El caso es que me levanté, desayuné, y me senté frente a la máquina a chequear las noticias de mi recién estrenado Facebook.
En realidad, el hecho en sí de que posea yo un Facebook, constituye todo un acto de vanguardia y osadía, ya que nunca fui de frecuentar esas “cosas”.
Pero se ve que esta semana arranqué desde el inicio en veta innovadora, porque el lunes mismito me había armado el Facebook personal, después del discurso del viernes, cafés y torta de manzana congelada que no se podía cortar y tuvimos que devolver al mozo mediante, que compartí con mi amiga Adriana. Espacio de tiempo en el que ella me insistía: “ Hacete uno. Te puede servir para tu búsqueda, es una red social enorme…”. Vaya que razón tiene.
Vuelvo al miércoles. O sea ayer. Estaba yo empezando a chequear mi Facebook con olor a nuevo y semidesarmado, como todo lo que puedo emprender en la web, cuando de repente, como un relámpago que refulgió iluminando mi cabeza toda, tuve la idea: ¿Y si armo un grupo en Facebook? (parece que cualquiera arma uno).
Pero no de hijos e hijas que buscan a sus familias biológicas; de esos ya hay. Varios. Muchos.
Yo digo un grupo para la otra parte, para los y las que entregaron, para sus familiares , si es que saben de esa entrega. Un grupo para ellos. Para que encuentren un lugar en el que puedan volverse visibles.
Para que se expresen, para que se animen y hablen. Para que rompan al fin ese sepulcral silencio que mata. Los mata y nos mata, condenándonos al desarraigo eterno, ese en el que no queremos vivir más.
Porque los que nos encontramos por la web buscando, subiendo fotos, armando blogs , facebooks, todo eso que hacemos, es porque queremos, deseamos, necesitamos recuperar nuestras raíces vitales, esas que asientan en nuestros orígenes perdidos.
Ahora bien: mi internaútica compañera de ruta Patri, dice algo en su comentario que yo también había pensado y preferí acallar en mi cabeza: ella dice que muy probablemente la gente que buscamos en muchos casos, no en todos confiemos, no tenga acceso fácil o directamente no tengan acceso a la web.
Lo que Patri dice, es crudamente cierto. Porque no podemos olvidarnos de que estas situaciones de entrega de bebés y niños y niñas, pasadas, presentes y futuras, se dan en el contexto de un país como es el nuestro, en el que un altísimo porcentaje de la población es pobre, marginal, sin educación, y ese es uno de los factores determinantes de muchísimos embarazos que desembocan en entregas como las ocurridas con nuestros nacimientos..
Pero como también dice ella, y dice bien, no por eso vamos a bajar los brazos, perder las esperanzas, ni dejar de buscar en la web, en la calle, en instituciones, dónde sea.
Vuelvo al asunto del grupo de Facebook que armé ayer. Se llama: “ familias y/o madres biológicas que buscan hij@s dados en adopciones iregulares” ¿ Es muy largo el nombre no? Pero ahora ya está, por un tiempo habrá que dejarlo así, porque anoche en la cena, en la que mi familia toda discutía el tema, mi hija la de 16 me dijo: “ mamá: es muy largo, pero ¡ya está! Ahora no le podés cambiar el nombre, tenés que dejar ese y armar otro”
Y bueno, me pasa por meterme a hacer cosas en la web sin entender nada . Pero fue inevitable ¿ Se entiende? Sentí la necesidad repentina, aparentemente, de armar algo así.
Igual, alguno por el estilo debe ya de existir supongo.
Digo aparentemente porque después, reflexionando al correr del día mientras hacía las demás cosas del diario vivir, me dí cuenta de que hace mucho tiempo que me pregunto ¿Cómo? ¿Cómo? ¿cómo se puede hacer para que alguien que ha llevado a cabo un acto del que probablemente se arrepiente en la actualidad, o del que se siente culpable, o avergonzada/o se anime a a hablar, a decir, a contar, a buscar?? ¿ Cómo? ¿Cómo??
Supongo que por ahí pasa en buena medida mi desesperación, mi locura…
Así que: ya sé. Es un garrón el nombre del grupo. Muuuy largo y muuuy difícil de encontrar. Pero por favor, ¡ayúdenme a difundirlo!
Ahora ya está, el lío ya lo hice.
Lo bueno es que me voy dando cuenta de que no estoy sola en esto.
Gracias por la lectura.
jueves, 26 de noviembre de 2009
lunes, 16 de noviembre de 2009
las madres, los padres, ¿dónde están?
Le escribí una primera carta a la madre perdida. La del origen, la de tantos rótulos posibles, pre armados desde fuera todos ellos. Porque lo que es desde mi,no sabría como llamarla. No encuentro ningún nombre que le encaje.
Además, a excepción de ese primer y único momento de cruce de nuestras vidas, el del nacimiento, del que tampoco sé nada, si fue breve, duró segundos, o quizá nada, como,fue el parto, normal , sencillo, complicado...
A excepción de ese contacto, fugaz seguramente, nunca más supe nada de ella.
Lo que sí sé, es que la pienso mucho. Siempre. Aún cuando no esté concientemente pensando. Pero está. Ella está. Al punto de que cuando le escribí la carta no me pareció que estaba dirigiéndome a una desconocida.
Mientras escribía, se me interceptó un pensamiento que ya me vino otras veces: la web, los sitios, los blogs, los medios de comunicación todos, están colmados de gente que busca sus orígenes. Pero no puede decirse lo mismo de madres o padres que hayan entregado hij@s y se encuentren activamente buscándol@s.
De hecho, en las supongo más de miles de veces que incursioné en la web estos últimos años a causa de esta búsqueda, solamente una vez me topé con una historia de una madre de origen que había cedido su hija al nacer y quería reencontrarla.
Supongamos que haya más y que no me haya topado yo con ellas. Demoslo por probable. Sin embargo, aún así, digamos que es un ínfimo índice estadístico si lo comparamos con la cantidad de hij@s que buscan.
Es un dato que una y otra vez llama mi atención, y no puedo menos que preguntarme sobre el porque de este desfasaje que no podría fundamentar fehacientemente, pero se me hace letal.
Letal sí. Para las búsquedas; y para las conciencias. Porque mi mente, subjetiva y emocionalmente involucrada en el problema, no por ello deja de darse cuenta de que si existiese una mayor reciprocidad en las búsquedas, muchos más hij@s encontraríamos nuestros orígenes.
Siempre supuse que del lado de las madres y padres que decidieron entregar un hijo, el dar lugar al reconocimiento de un deseo de búsqueda primero, y un accionar consecuente después, debe de ser algo muy difícil de llevar a cabo.
Porque me imagino que implica inevitablemente enfrentarse a viejas culpas, probablemente bien sepultadas.
Ya que buscar significa renunciar a la acción de poderosos mecanismos internos que ayudan a negar, relativizar, ocultar, a veces hasta olvidar…
Sin embargo eso nos ocurre también a l@s que estamos de este lado, ya que nos vemos compelid@s a vencer fuerzas sociales, familiares, y de nuestro propio interior que por momentos desalientan el genuino deseo de no pagar el costo de falsearse a si mism@.
Así que, en lo que a mi respecta, madre y padre de origen, les rogaría que no se queden paralizados por el temor a una condena de mi parte. El tiempo que hace que estoy en la vida, me fue mostrando que cada quien hace lo que puede, y que a veces se pueden diferentes cosas en los distintos momentos por los que se pasa. Es así. Seguramente, al decidir entregarme, eran personas demasiado jóvenes, condicionados por circunstancias, presiones, vaya a saber. No juzgo.
Deseo si encontrar. Que me lo faciliten de ser posible.
A lo sumo de mi lado, se encontrarán con las ambivalencias y contradicciones propias de todas las relaciones humanas.
Ah! La carta…será la próxima…
Además, a excepción de ese primer y único momento de cruce de nuestras vidas, el del nacimiento, del que tampoco sé nada, si fue breve, duró segundos, o quizá nada, como,fue el parto, normal , sencillo, complicado...
A excepción de ese contacto, fugaz seguramente, nunca más supe nada de ella.
Lo que sí sé, es que la pienso mucho. Siempre. Aún cuando no esté concientemente pensando. Pero está. Ella está. Al punto de que cuando le escribí la carta no me pareció que estaba dirigiéndome a una desconocida.
Mientras escribía, se me interceptó un pensamiento que ya me vino otras veces: la web, los sitios, los blogs, los medios de comunicación todos, están colmados de gente que busca sus orígenes. Pero no puede decirse lo mismo de madres o padres que hayan entregado hij@s y se encuentren activamente buscándol@s.
De hecho, en las supongo más de miles de veces que incursioné en la web estos últimos años a causa de esta búsqueda, solamente una vez me topé con una historia de una madre de origen que había cedido su hija al nacer y quería reencontrarla.
Supongamos que haya más y que no me haya topado yo con ellas. Demoslo por probable. Sin embargo, aún así, digamos que es un ínfimo índice estadístico si lo comparamos con la cantidad de hij@s que buscan.
Es un dato que una y otra vez llama mi atención, y no puedo menos que preguntarme sobre el porque de este desfasaje que no podría fundamentar fehacientemente, pero se me hace letal.
Letal sí. Para las búsquedas; y para las conciencias. Porque mi mente, subjetiva y emocionalmente involucrada en el problema, no por ello deja de darse cuenta de que si existiese una mayor reciprocidad en las búsquedas, muchos más hij@s encontraríamos nuestros orígenes.
Siempre supuse que del lado de las madres y padres que decidieron entregar un hijo, el dar lugar al reconocimiento de un deseo de búsqueda primero, y un accionar consecuente después, debe de ser algo muy difícil de llevar a cabo.
Porque me imagino que implica inevitablemente enfrentarse a viejas culpas, probablemente bien sepultadas.
Ya que buscar significa renunciar a la acción de poderosos mecanismos internos que ayudan a negar, relativizar, ocultar, a veces hasta olvidar…
Sin embargo eso nos ocurre también a l@s que estamos de este lado, ya que nos vemos compelid@s a vencer fuerzas sociales, familiares, y de nuestro propio interior que por momentos desalientan el genuino deseo de no pagar el costo de falsearse a si mism@.
Así que, en lo que a mi respecta, madre y padre de origen, les rogaría que no se queden paralizados por el temor a una condena de mi parte. El tiempo que hace que estoy en la vida, me fue mostrando que cada quien hace lo que puede, y que a veces se pueden diferentes cosas en los distintos momentos por los que se pasa. Es así. Seguramente, al decidir entregarme, eran personas demasiado jóvenes, condicionados por circunstancias, presiones, vaya a saber. No juzgo.
Deseo si encontrar. Que me lo faciliten de ser posible.
A lo sumo de mi lado, se encontrarán con las ambivalencias y contradicciones propias de todas las relaciones humanas.
Ah! La carta…será la próxima…
jueves, 5 de noviembre de 2009
Banco nacional de datos,1964 y demás...
Volvió a pasar. Una vez más. Lo de siempre. Que los días pasan, las cosas suceden, y mi tema, el del origen, queda interminablemente relegado, amenazado por la posibilidad, cierta, siempre latente de volverse nada, una nada…
Yo sabía, era consciente de que estaba postergando; A pesar de que me acordaba muy bien de las sensaciones del mes de octubre, y de ese propósito cuasi frenético que me había surgido de escribirle a ella: a la madre biológica/ la del origen.
Pongamos entonces que estuve juntando fuerzas y que esta mañana me decidí a arrancar de nuevo. Me decidí, me decidí, no, digamos más bien que hubo algo que me impulsó: el estímulo que me dio escuchar en la radio la situación respecto del proyecto de ley de creación del instituto nacional de datos genéticos. Porque me hizo acordar que algo de eso tiene que ver conmigo, que por ahí anda mi historia…
Por lo que escuché y leí esta mañana, si ese proyecto de ley se aprueba, su competencia se limitaría exclusivamente a causas relacionadas con el terrorismo de estado entre los años 1974 y 1983.
Asunto que me arroja de cabeza a mi y a otros tantos miles, como tres millones señalan algunos datos, a la condena sin fin no solo de ausencia de respuesta, sino también de ámbitos en los cuales buscarla: porque ¿Qué nos queda por hacer a tod@s aquell@s a quienes nos ha sido suprimida, tergiversada o alterada de alguna forma sancta o non sancta nuestra identidad de origen, que también somos argentin@s aunque no nacimos en esos años?
Diríase que vengo a ser algo así como una especie de tonta por haber nacido en 1964. Ya que aunque haya tenido dudas sobre la fecha precisa de mi nacimiento durante toda mi vida, aunque no conozca mis antecedentes genéticos ni históricos, ni nada, el solo hecho de que mi entrega en “adopción” no esté enmarcada dentro de determinados años y acontecimientos históricos, hace que l@s que habemos estas situaciones, nos tengamos que arreglar sol@s, cómo podamos, cómo mejor se nos ocurra, en el intento de aclarar una historia, que se sabe, es bastante más compleja de resolver que buscar una aguja en un pajar. Y va dicho con conocimiento de causa.
Así las cosas, creo que lo escuchado y leído, corrió mi foco, porque el caso es que yo había pensado en comenzar este texto con un encabezado del tipo “Estimada madre de origen” o “ Desconocida madre” o alguna cosa por el estilo, que fuera dirigida a la persona de mi desconocida y ausente madre de origen.
De todas formas, no me arrepiento del rodeo.¿ No sería acaso maravilloso que nosotros también tuviéramos un banco nacional de datos al cual acudir, en el cual se almacenara el ADN de unos y otros/ otras ( hij@s entregados, madres buscadas, porque no padres…)?
Permítasenos soñar despiertos por el momento. Tal vez algún día, no lejano, podamos entre tod@s hacer algo para lograrlo.
Yo sabía, era consciente de que estaba postergando; A pesar de que me acordaba muy bien de las sensaciones del mes de octubre, y de ese propósito cuasi frenético que me había surgido de escribirle a ella: a la madre biológica/ la del origen.
Pongamos entonces que estuve juntando fuerzas y que esta mañana me decidí a arrancar de nuevo. Me decidí, me decidí, no, digamos más bien que hubo algo que me impulsó: el estímulo que me dio escuchar en la radio la situación respecto del proyecto de ley de creación del instituto nacional de datos genéticos. Porque me hizo acordar que algo de eso tiene que ver conmigo, que por ahí anda mi historia…
Por lo que escuché y leí esta mañana, si ese proyecto de ley se aprueba, su competencia se limitaría exclusivamente a causas relacionadas con el terrorismo de estado entre los años 1974 y 1983.
Asunto que me arroja de cabeza a mi y a otros tantos miles, como tres millones señalan algunos datos, a la condena sin fin no solo de ausencia de respuesta, sino también de ámbitos en los cuales buscarla: porque ¿Qué nos queda por hacer a tod@s aquell@s a quienes nos ha sido suprimida, tergiversada o alterada de alguna forma sancta o non sancta nuestra identidad de origen, que también somos argentin@s aunque no nacimos en esos años?
Diríase que vengo a ser algo así como una especie de tonta por haber nacido en 1964. Ya que aunque haya tenido dudas sobre la fecha precisa de mi nacimiento durante toda mi vida, aunque no conozca mis antecedentes genéticos ni históricos, ni nada, el solo hecho de que mi entrega en “adopción” no esté enmarcada dentro de determinados años y acontecimientos históricos, hace que l@s que habemos estas situaciones, nos tengamos que arreglar sol@s, cómo podamos, cómo mejor se nos ocurra, en el intento de aclarar una historia, que se sabe, es bastante más compleja de resolver que buscar una aguja en un pajar. Y va dicho con conocimiento de causa.
Así las cosas, creo que lo escuchado y leído, corrió mi foco, porque el caso es que yo había pensado en comenzar este texto con un encabezado del tipo “Estimada madre de origen” o “ Desconocida madre” o alguna cosa por el estilo, que fuera dirigida a la persona de mi desconocida y ausente madre de origen.
De todas formas, no me arrepiento del rodeo.¿ No sería acaso maravilloso que nosotros también tuviéramos un banco nacional de datos al cual acudir, en el cual se almacenara el ADN de unos y otros/ otras ( hij@s entregados, madres buscadas, porque no padres…)?
Permítasenos soñar despiertos por el momento. Tal vez algún día, no lejano, podamos entre tod@s hacer algo para lograrlo.
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